El Corpus de la «nueva normalidad»

Dicen que hay tres jueves que brillan en el año más que el sol, uno de ellos el Corpus, y así fue. Un jueves Eucarístico fresco, pero brillando el rey sol, como reza el dicho popular. Con éstas, se celebraba la festividad del cuerpo y sangre de Cristo, en toda España, en unos templos a medio gas, debido en parte a las normas del Estado de Alarma, que sólo permite el 50% del aforo, en parte, y seamos realistas, a que no hubo procesión por las calles y el bullicio, en algunas ciudades, de años anteriores para verla, no existió.

Con la normativa vigente, que no permite grandes aglomeraciones, si no se puede mantener la distancia de seguridad, y con la petición de la Junta de Andalucía, del 2 de junio, que pedía a los Ayuntamientos no convocar ni organizar fiestas o romerías en los meses de junio, julio y agosto todo, respecto a procesiones en la calle, estaba despachado.

Este ha sido el Corpus de la nueva normalidad. Una normalidad a la que, queramos o no, nos tendremos que ir acostumbrando. Un Corpus de procesiones claustrales, de Eucaristías para quienes verdaderamente han querido participarparticipar, aunque a algunos les mande más el cargo. Un Corpus, por qué no decirlo, especial. Este Corpus Christi pasará a la historia, así como las festividades de los siguientes meses, por el recogimiento interno y la falta de procesión posterior. Tal vez estemos viviendo algo histórico, más allá del no procesionar de pasos, y simplemente esta nueva normalidad venga a enseñarnos que, de esta manera, el culto a los Titulares es más fructífero y más personal.

Verdad es, a pesar del límite de aforos, que la celebración eucarística estuvo cargada en la mayoría de los casos de una solemnidad casi olvidada, donde Jesús Sacramentado se hizo más presente que nunca. ¿Quizás el que después no hubiese procesión, hizo a los asistentes centrarse más en lo verdaderamente importante de este día? ¿Quizás quede demostrado que, algunos, siguen sin tener claro que esto va antes que cualquier procesión? Quizás no ha sido sólo el coronavirus el que ha «vaciado» las iglesias.

Sea como sea, esta nueva normalidad, traerá momentos internos, con la celebración de las venideras festividades que, seguro, servirá para seguir pensando y reflexionando sobre lo que estamos viviendo y darle la importancia que tiene cada cosa sin dramatizar.