¡Todo se consumó!

¡Todo se consumó!

No hubo problemas de última hora. No hubo nervios con los partes meteorológicos, ya que ni tan siquiera hubo que mirarlos. No hubo enfados, con el que vino a sacar la papeleta de sitio, el mismo día de la salida procesional. Tampoco hubo carreras para ver a esta Cofradía aquí o la otra allá, siguiendo el olor a incienso o el sonido de las bandas. Ni hubo filas de cirios iluminando el camino a los Titulares, ni chirriar de la ruedas de los coches, por la cera en el pavimento. Por no haber, no hubo ni azahar en los naranjos. No. No hubo nada de eso. Parece increíble que algo invisible, imperceptible al ojo humano, haya sido capaz de provocar todo esto.

Todas las Hermandades se quedaron en casa, sin nada que montar, sin flores que poner, sin cera que alinear, sin imágenes que cambiar, sin mantos que colocar. Fue una Cuaresma rara, con la mayoría de Triduos sustituidos por oraciones en el Facebook de las Hermandades, sin apenas besapiés ni besamanos, casi sin ensayos y sin pregón, aunque El Puerto esperará con ganas que, el pregonero de 2020, recite sus versos en 2021, enhorabuena Figue. Espero poder decir lo mismo con el cartel o, al menos, con el cartelista y que el compañero, Antonio Montero, sea quien nos anuncie la Semana Mayor portuense del próximo año (ahí lo dejo). Fue un Viernes de Dolores atípico, sin Agrupaciones ni Hermandades por calles y barrios. La Entrada en Jerusalén no abrió las procesiones en ningún lugar. El inicio de la Semana Santa se vería truncado. Un Domingo de Ramos de silencio, de muerte y de tristeza por todo lo que estamos viviendo. Un Domingo de Ramos que se tiñó de oscuro y, tras él, todo se vendría abajo. ¿O no?

Se han podido seguir Oficios por televisión, por páginas web o por Facebook en unos templos vacíos, oscuros, silenciosos. También hemos podido ver la Semana Santa portuense, de años anteriores, en Onda Pasión. Un arduo trabajo que Alberto Ortega ha capitaneado, sin descanso, junto a todo el equipo de OndaPasion.com, al que aprovecho para dar la enhorabuena y por supuesto al compañero Luismi de Mundo Cofrade por su colaboración, para poder llevar y ofrecer entrevistas, fotografías e imágenes, para los más nostálgicos de la Semana Santa, que abríamos el pasado Jueves de Pasión, que coincidía con el decimoquinto aniversario de la muerte de san Juan Pablo II, con la Hermandad jerezana de Bondad y Misericordia y que cerramos, de manera brillante, con la Resurrección de Cristo y con las hermosas palabras que mi siempre querido, admirado y respetado AMIGO, Fernando Durán Rey, ha tenido a bien ofrecernos, para hacernos participe, una vez más, de las vivencias y la actualidad. Unas palabras capaces de emocionarnos y transportarnos a tiempos grandes, de las retransmisiones radiofónicas, de la Semana Santa portuense.

Por desgracia, también ha sido una Semana Santa donde muchos comentarios que se han podido leer, han sido del tipo «Este año no podré ser tus pies» o «Qué pena que este año no salga ninguna a la calle». Ojalá esas personas encuentren el verdadero sentido de todo esto, que no es exclusivamente el de sacar un paso a la calle, y entiendan que hay otra manera de vivir la Semana Santa, aunque no haya procesiones, y disfruten de su Hermandad, en el caso que sean hermanos de alguna, los 365 días del año.

Ha sido una Semana Santa histórica, por el no procesionar de ningún paso. Por cómo nos hemos tenido que adaptar a la nuevas tecnologías, para seguir las retransmisiones, de años atrás, que nos ofrecían las redes sociales y las televisiones que, igual, nos ha servido para aprovecharlas y verlas con más tranquilidad, para saborear cada minuto o apreciar detalles que, quizás, con las prisas de los años pasados, no hemos sabido ver. Una Semana Santa que, en lo personal, la he vivido con tranquilidad y sin angustias ya que, por suerte, se que no se termina el mundo por no salir a la calle en procesión. Y lo dice uno que fue de la Humildad y Paciencia, que se ha mojado o se ha quedado en la capilla de la Aurora varios años.

Debo reconocer que yo no soy muy de salidas extraordinarias, y mucho menos sin una justificación sólida, y no perderé el tiempo en pensar en pasos en septiembre, en Magnas o extraordinarias, con el único fin de quitarle el gusanillo a algunos, máxime cuando lo extraordinario, lo hemos hecho ordinario, por el gran número de procesiones de ese tipo que hubo, hay y habrá. Igual sería más factible hacer una solemne misa de Acción de Gracias, en una iglesia amplia de cada ciudad, y que el cepillo se destine para los más necesitados, que son y serán bastantes. Aunque estoy casi seguro que, los de las magnas y las extraordinarias, no asistirán, ya que igual, sólo les interesa el folklore. Cada cual tiene sus prioridades.

Algunos se preguntan si podemos decir que la Semana Santa de 2020 ha pasado o simplemente ha quedado una página en blanco, sin escribir. Quizás la Semana Santa de 2020 sí ha existido. Quizás Jesús entró en Jerusalén, cuando un enfermo salió de la UCI. Quizá sí hubo Jueves Santo, Día de Amor Fraterno, en esas oraciones para que nuestros amigos y familiares no cayeran en la enfermedad. Quizás sí hubo última cena, cuando cientos de voluntarios repartieron comida a nuestros mayores y a los más necesitados. Quizás sí hubo dolor, crucifixión y soledad en cada familia que ha perdido a algún familiar, por culpa del dichoso coronavirus, y no se pudo despedir de él. Quizás si hubo Resurrección con las miles de personas que han sobrevivido a la mayor pandemia que, a muchos, nos ha tocado vivir. Quizás, si somos capaces de verlo, hayamos entendido el verdadero significado de todo esto y hayamos comprendido que sí, que ha existido la Semana Santa de 2020 y que podemos hacer que ésta, la Semana Santa de este año, permanezca para siempre en nosotros.

Espero que la Resurrección transforme a todos y cada uno. Que nos haga mejores personas y mejores cristianos. Que nos haga centrarnos en lo verdaderamente importante. Ya habrá tiempo de hablar de pasitos, de querer quitarse la espina del costal y del chunda chunda. Ahora es tiempo de aunar fuerzas, mirar con esperanza, fe y caridad al futuro y quedarse en casa, pensando en lo que está por venir y, porqué no, en la nueva Semana Santa, la de 2021, que nos espera.

Feliz Pascua de Resurrección.