Patronas de Cádiz: Nuestra Señora del Rosario Coronada, Cádiz

La Hermandad del Rosario de Cádiz, compuesta en sus principios por esclavos negros residentes en la ciudad, surge a finales del siglo XVI, en la antigua ermita del Rosario, hoy parroquia del mismo nombre.

Cuando llegaron los frailes dominicos a Cádiz, y fundaron su propio convento, se hicieron cargo de la dirección espiritual de la Hermandad, que la trasladaron, y se llevaron la imagen titular al citado templo, en el año de 1636.

Esta efigie fue realizada sobre el año de 1598 y su autor se desconoce. Fue tal la devoción que despertó esta Virgen que Fray Pablo de Cádiz, funda hasta quince compañías espirituales, que cada noche cantaba públicamente los misterios del Santo Rosario por las calles de la capital.

La actual imagen de Nuestra Señora del Rosario, Patrona de Cádiz, es la cuarta que existe desde que se fundó el convento de Santo Domingo, y que vino a sustituir, y guardando gran parecido, a la antigua imagen desaparecida en los disturbios del día 11 de mayo de 1931, carbonizada, de la que sólo se salvó las manos y el Niño Jesús.

Ese mismo día, un grupo de personas incendiaron el convento y los dominicos, antes de huir, sacaron el Santísimo Sacramento y las manos de la Virgen y el Niño Jesús.

Nuestra Señora del Rosario Coronada en su paso.

Una fotografía fue puesta en el altar de la capilla de la Coronación de la Señora, en la Catedral Vieja, hoy parroquia de Santa Cruz, para intentar llenar el hueco que había dejado la Patrona en los gaditanos.

En el año de 1933, en los madrileños talleres de Félix Granda, se talló una nueva imagen de la Virgen del Rosario, con las manos y el Niño Jesús de la anterior, pero no gustó nada en Cádiz, ya que no se parecía en nada a la anterior y fue conocida popularmente como «La Rubia de Granda» por sus pelos y sus ojos claros. Una nota de prensa de la época decía:

«…se ofrece en la hornacina una imagen de la Santísima Virgen del Rosario, cuyas manos y el Niño Jesús que sostiene en ellas, pertenecen a la imagen destruida».

En el año de 1943 se retiró esta imagen del culto y estuvo, durante muchos años, en una habitación, próxima al camarín donde actualmente se aloja la Patrona, aunque parece ser que ya no se encuentra en ese lugar, y se desconoce su actual paradero.

Fue en ese mismo año de 1943, cuando el escultor sevillano José Fernández Andes, que había ingresado en los Dominicos, cuando hizo la actual imagen, a la que también se le colocaron las manos y el Niño Jesús de la imagen calcinada.

Primer plano de la Santísima Virgen

Tras volver a reiniciarse el culto en el convento y devolver a la Virgen al culto, se puso en marcha la concesión de la Coronación Canónica, que se hizo efectiva por parte del Cardenal y Arzobispo de Sevilla, Pablo Segura, el 4 de mayo del año de 1947.

La fama de milagrosa de la Virgen del Rosario, intercediendo en las epidemias de los años de 1681 y de 1730, corrió rápidamente por la ciudad. Estas intervenciones milagrosas hicieron que, en el año 1755, con el terremoto de Lisboa, el pueblo de Cádiz, acudiera hasta las puertas del convento de Santo Domingo, para que los dominicos sacaran en procesión a la Virgen. El ayuntamiento tubo a bien, nueve días después, nombrar a la Santísima Virgen del Rosario, Patrona y Protectora de Cádiz, que la Santa Sede ratificó el día 25 de junio de 1867, mediante bula firmada por Su Santidad Pío IX y siendo obispo de Cádiz Fray Felix.

La Santísima Virgen del Rosario ostenta los honores de Capitán General, concedidos por los marinos, que la consideran como Patrona de la Armada Española, desde la victoria en la batalla de Lepanto, el 7 de octubre de 1571.

Desde el día 26 de mayo del año de 1967, luce la vara de Alcaldesa.

La Virgen del Rosario procesiona en dos ocasiones al año: En la festividad del Corpus Christi y en el día de su onomástica, el día 7 de octubre, y viene precedida de una novena y una ofrenda floral. Durante estos actos, se canta los gozos que el Beato Fray Diego de Cádiz le dedicó:

«Cantemos con devoción a la que es de Dios Sagrario; Señora, por tu Rosario, logre yo mi salvación».