Antonio Castillo Lastrucci y El Puerto de Santa María

Antonio Castillo Lastrucci nació en Sevilla el día 20 de febrero de 1878, fue el tercero de cuatro hijos, Manuel, Eduardo y Teresa, nacido del matrimonio de Eduardo Castillo del Pino (sombrerero de profesión) y Araceli Lastrucci del Castillo.

Fue un genial escultor que se especializó en imaginería religiosa, y cuyo trabajo se derrama por toda Andalucía y gran parte del territorio español.

Antonio Castillo Lastrucc

Se formó en el taller del escultor Antonio Susillo Fernández, que tenía su taller justo enfrente de la casa de los Castillo Lastrucci. A dicho taller acudía gracias a un sobrino de Susillo, que lo llevaba a hacer figuras de terracota de tamaño reducido. Tal era la destreza que demostraba Lastrucci, que Susillo le dedicaba más atención al nuevo alumno que a su propio sobrino.

En la década de 1890, se formó en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de la ciudad de Sevilla.

En en año de 1905 se casa con Teresa Muñoz García. Tuvo siete hijos: Antonio, Concha, José, Manuel, Amalia, Adolfo y Rosa.

Tras el fallecimiento de su primera esposa, contrae segundas nupcias con Amparo León Retamar. De esta unión nace otra hija: Amparo Castillo León.

Sus dotes como escultor le hacen ganar varios premios, hasta que en 1915 la Diputación Provincial de Sevilla, le concede una beca para estudiar en los museos de París y Roma. Como primer destino tenía Roma, pero tras el reciente inicio de la Primera Guerra Mundial, no puede asistir, por lo que parte a estudiar a París. En Madrid continuaría ampliando sus conocimientos sobre la materia.

Decide instalar su primer taller en la misma empresa sombrerera de su padre. Tocó y desarrolló, con mucha dedicación, todos los géneros artísticos, como son los relieves, bustos, grupos escultóricos y los toros, que eran su otra gran pasión. Su obra evolucionó desde la temática romántica y costumbrista, en su primera etapa profana, hasta ser unos de los más brillantes exponentes de la escultura religiosa neobarroca del siglo XX.

Al poco tiempo de abrir su taller, decide monta una academia de escultura, la primera que se creó, en un inmueble junto a la Basílica Menor del Gran Poder. Tuvo que cerrar esta empresa, al año y poco de abrirla, debido a los pocos recursos económicos con los que contaba.

Fue en el año de 1922, cuando le llega su primer trabajo para la sevillana Hermandad de la Bofetá, quién le encarga unas imágenes para el paso del misterio de Jesús ante Anás. En la Semana Santa de 1923 salen las figuras en el paso, levantando asombro y gran admiración entre todos los que las veían.

En ese mismo año, 1923, decide instalar su taller en otro punto de la ciudad, dedicándose de pleno a la realización de imágenes procesionales, siendo requerido su trabajo en Sevilla, Andalucía y otras partes de España, así como en ciudades extranjeras, dónde se le encargan todo tipo de figuras.

Está considerado como uno de los más grandes imagineros del siglo XX, sobre todo en su Sevilla natal, al ser de los que más imágenes realiza para su Semana Santa. La mayoría de imágenes que realiza es para restituir al culto imágenes destruidas durante el inicio de la Guerra Civil española, una época aciaga para la imaginería procesional sevillana, cuando la quema y el saqueo de iglesias redujeron a cenizas a los Titulares de numerosas Hermandades.

Algunos de sus discípulos fueron sus propios hijos Manuel y Antonio, además de el portuense José Ovando Merino, Antonio Eslava Rubio, Rafael Barbero Medina y José Pérez Delgado.

A su brillante gubia se deben creaciones tan impresionantes como el misterio de la Presentación al Pueblo, de la Hermandad de San Benito, inspirado en la pintura del Ecce Homo del italiano Antonio Ciseri, o el anteriormente citado, grupo escultórico de Jesús ante Anás, de la Hermandad del Dulce Nombre, de cuya gubia partió también la imagen Dolorosa.

Como anécdota, cabe destacar que solo esculpió una imagen de Cristo Resucitado, en el año de 1945, y que se venera en la ciudad de Villanueva de Córdoba.

Durante su vida le realizaron dos homenajes, por su dedicación a las Hermandades sevillanas. Uno en el año de 1943 y otro en el año de 1961. En el año de 1963 se le concede la Orden de Alfonso X el Sabio y en el año de 1966 rotulan una calle sevillana con su nombre.

La relación de Castillo Lastrucci y El Puerto de Santa María, llegaría en el año de 1943, cuando la Hermandad de la Flagelacion, le encarga una talla de Virgen.

La Hermandad de la Flagelación sacaba, en sus inicios, una Imagen Dolorosa, de la escuela de Astorga del siglo XIX y de autor desconocido, prestada por Doña María Iñigo, de la cual era propietaria la mencionada señora. En la actualidad esta Virgen procesiona en la localidad sevillana de Utrera, y es titular de la Hermandad Obrera de Apostolado y Penitencia del Santísimo Cristo del Perdón y María Santísima de la Amargura, que es conocida popularmente como la Hermandad de los muchachos de Consolación.

Es la imagen de María Santísima de la Amargura portuense, una bella talla de 1,60 metros de altura aproximadamente y en cuya espalda tiene la firma del imaginero.

La imagen fue bendecida el 17 de marzo de 1944, en la parroquia de San Joaquín de la ciudad y procesiona cada Domingo de Ramos bajo paso de palio.

Tumba de Castillo Lastrucci en la parroquia de san Julián de Sevilla.

El día 29 de noviembre de 1967 fallece, de una insuficiencia cardiaca, en Sevilla, Antonio Castillo Lastrucci, uno de los más grandes y más prolíficos imagineros del siglo XX y una figura imprescindible para entender la Semana Santa contemporánea.

Como trabajador dejó más de 450 imágenes salidas de sus manos. Es por ello que, tras su fallecimiento, le fue concedida la Medalla del Mérito al Trabajo.

Sus restos mortales descansan en la parroquia de San Julián de Sevilla, sede canónica de la Hermandad de la Hiniesta, cuyos Titulares salen de su gubia, bajo un mausoleo presidido por un grupo escultórico de la Piedad, y realizado por sí mismo en el año de 1948

Antigua Virgen de la Amargura portuense. En la actualidad procesiona en Utrera.

Para algunos eruditos en la materia, los imagineros actuales siguen ahondando en la misma línea que abrió Castillo Lastrucci, en los años veinte, al romper los modelos decimonónicos y crear escenas de carácter teatral y realistas en los pasos de misterio.

Para estos entendidos, el modelo de dolorosa castiza, que llega hasta nuestros días, y que se inspira en el canon de belleza de mujer andaluza, de piel morena y de ojos grandes y profundos, fue otra de las líneas que abrió Lastrucci. Este canon lo podemos ver perfectamente en la Amargura portuense, así como en las vírgenes del Dulce Nombre y de la Hiniesta de Sevilla, a las que implantó dos modelos, una de dolorosa frontal y otra de cabeza ladeada, que luego repetiría en numerosos encargos, en parte para atender la demanda de su taller, en parte porque así lo pedían las propias Hermandades en los contratos de encargo.

Antonio Castillo Lastrucci ha dejado también otras obras por toda la provincia de Cádiz, entre las que destaco a la Virgen de la Encarnación, para la Hermandad del Santo Crucifijo de Jerez de la Frontera, en 1929, Jesús del Gran Poder, para la Hermandad del Gran Poder de La Línea de la Concepción, en 1940, Nuestro Padre Jesús Nazareno, de Grazalema, en 1942, Cristo de los Afligidos, para la Hermandad de los Estudiantes de San Fernando, en 1943, Ángel, para la Hermandad de la Oración en el Huerto de San Fernando, en 1949, Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas, de Arcos de la Frontera, en 1953, Cristo de la Buena Muerte, para la Hermandad de la Buena Muerte de Jerez de la Frontera, en 1956, Santa Mujer Verónica, para la Hermandad de la Candelaria, de Jerez de la Frontera, en 1957, María Santísima de la Amargura, de Arcos de la Frontera, en 1963, Santísimo Cristo de la Redención, para la Hermandad de la Soledad de San Fernando, en 1964 y la Virgen del Dulce Nombre, para la Hermandad de la Buena Muerte de Jerez de la Frontera, en 1964.